miércoles, 26 de diciembre de 2012

AHÍ TENEIS AL DISCÍPULO QUE MÁS NOS AMA

Aquel día parecía que nada terminaba. Eran alrededor de las tres de la tarde cuando estaba allí, a lo lejos, con una cara embriagada de dolor que acompañaba sigilosamente la angustia amarga de una Madre destrozada. La misma que poco a poco veía cómo la vida de su Hijo se apagaba colgado, como si de mero elemento orgánico se tratara, de una Cruz. Y él estaba allí. Abrazando a la que, a partir de ese momento, iba a ser su Madre en la Tierra. Así se lo dijo a nuestro Moreno cuando, en un gesto imperioso de voluntad divina, clavó sus ojos en la que treinta y tres primaveras antes lo había acunado en Belén: Ahí tienes a tu Hijo. Al instante, casi sin inmutar la vista un ápice, se dirigió a ese que tanto quería, el que más: Ahí tienes a tu Madre. Él mismo narra que desde aquel momento la acogió en su casa.

 
Pero lo importante es que estaba ahí. Ninguno lo hizo. Él se atrevió, tomándose en serio lo de ser discípulo de su Nazareno. Y ahora está aquí, en "La Labradora". Y en nuestra Hermandad. Acompañando dos mil primaveras después las amarguras de María en cada Viernes Santo. Llevando por Herencia la alegría de Jesucristo resucitado gracias a los jóvenes cofrades. Y, sobre todo, haciéndonos no sólo discípulos del Señor, sino sus mejores discípulos. Los que más lo aman, y los que Él más quiere. Sus discípulos amados en el día de su festividad.

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