Parece que, entre lágrimas de Amargura eterna, una mirada inquietante mas infiltrada del Amor fiel de aquel que no abandona al que le prometió estar ahí.
Parece que todo empieza y todo acaba en un simple, sentenciador y confiado gesto: un dedo señalando el camino de la vida a través de la Muerte misma.
Parece que todos debemos echar en este Año una mano a esa mano serena que hace de la realidad cruda una nota dulce, un momento cálido y esperanzado: esperanzado y cálido como su manto esperanza y sangre.
Parece que, de ser el último al primero, hay un pequeño paso pero una eterna decisión a la que el Discípulo amado supo hacerle frente para estar ahí.
Parece que lo volveremos a ver revirar junto a su Madre, a la del "Ahí tienes a tu hijo", a la del moreno herenciano que muere cada Viernes Santo de regreso a su barrio y nace cada Domingo de Gloria de camino a San Antón.
Parece que San Juan y Amargura van unidos...y parece que hoy, un 27 de Diciembre, vuelve a celebrarse la Estación de Penitencia más eterna de una Navidad eterna gracias al Discípulo amado.
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