martes, 16 de marzo de 2010

MI SEÑOR Y MI DIOS NAZARENO

Uno de los momentos más hermosos que todo cofrade tiene de su infancia es, en los días de Cuaresma, sacar las cruces que desgraciadamente hundidas en el polvo, yacen en el olvido durante todo el año. Que gesto tan sencillo pero a la vez cargado de sentido, porque no sólo el Viernes Santo debería acrecentarse nuestra Fe, cada día debería ser una entrega constante a los demás, que son Cristo, que son Dios, que son Jesús Nazareno.

Todo el mundo tenemos nuestra cruz, unas son más visibles; los pobres y marginados nos las muestran tal y como son, a ellos no les da vergüenza sacarlas al exterior, es su propia vida. Igual que a ti Señor, no te dio reparo decir que eras el último, pero a la vez el más importante de todos. Desgraciadamente esas cruces son las mejores.

Tenemos otro tipo de cruces: las que llevamos dentro, esas son las que realmente hacen daño, pues con ellas escondemos nuestra propia verdad, la verdad que Dios ha puesto en nuestra vida e intentamos disimular con nuestras débiles riquezas.

Nadie se salva de su cruz, nadie. Dios las ha puesto en nuestras vidas y debemos aceptarlas con Fe y fuerza como tú Señor, porque el verdadero encuentro contigo reside en la sencillez con la que supiste aceptar lo que el Padre ponía en tu propia vida.

Esa misma cruz es la que llevas cada Viernes Santo por la calle Carrasco Alcalde y que llevas también cada tarde en cada noche y en cada amanecer por Herencia recogiendo las alegrías, las tristezas y las esperanzas de los herencianos en tu corazón.

Que hermosas la palabras de Tomás al verte resucitado: “Mi Señor y mi Dios”, las mismas palabras que te repite ahora una cofradía y un pueblo entero, pero con la expresión que para ellos es la mas bonita, la más divina, la más humana:”Mi Señor y mi Dios Nazareno”.

Lo mismo que no podemos entender Cristo sin Iglesia o Nazareno sin Herencia, no podemos entenderte a Ti si no estas en nuestros corazones cada hora y cada minuto que entregamos a los demás, que te entregamos a Ti……

En una ocasión un joven entró en La Labradora, te miró fijamente a Ti Señor, y te prestó su ayuda para portar tu cruz con los pecados del mundo. Te negaste radicalmente y tu respuesta fue clara: ¿Has visto aquel pobre de la esquina, aquel niño que muere sin nacer, aquel anciano triste, aquella Iglesia criticada? Ayúdalos, defiéndelos, acompáñalos, y da la cara por ellos. Entonces serás el mejor Cirineo que jamás habré tenido.
El joven salió renovado y decidido a luchar por lo que creía.

Se quedó la ermita vacía y sólo Tú, mi Señor y mi Dios, ahora sí Nazareno para siempre.

Fdo.Javier Fdez-Caballero Díaz-Meco
(publicado en el libro guia de la semana santa de Herencia 2010)

1 comentario:

Anónimo dijo...

ENHORABUENA JAVIER, POR ESE ARTICULO TAN BONITO,SENCILLO PERO LLENO DECONTENIDO.ESPERO QUE SIGAS ASI.