Aunque ya pasó la Navidad, no queremos dejar pasar este importante evento que ha tenido lugar en la Iglesia Parroquial de Herencia, con motivo de su año Jubilar y donde nuestra Hermandad ha colaborado, tanto prestado sus enseres como la colaboración del equipo de priostía. Ademas el montaje de este espectacular Belen corrió a cargo de uno de nuestros Hermanos. Rafaél Garrigós.
POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
¿Cómo celebraría Herencia la Navidad de 1713? ¿En qué ambiente esa nueva Parroquia reuniría en torno a sí a sus fieles para celebrar el nacimiento de Jesús en aquellas frías y recónditas jornadas invernales? ¿Cómo interpretarían esos días todos aquellos herencianos hendidos por las consecuencias de una Guerra de Sucesión que acababa de tocar fin con Utrecht? Y el ambiente local, ¿estaría aún anonadado tras haber estrenado hacía apenas tres meses su nueva Parroquia? ¿Cómo estaría conformado aquel portal? ¿Qué figuras formarían parte del Belén aquel año? ¿Cómo rezarían aquellos coterráneos ante el misterio de la Navidad en el recién inaugurado Templo?
El Año Jubilar nos está dejando estampas inéditas, irrepetibles, románticas y, en este caso, artísticas. Tres de las imágenes con más valor estético y emocional de nuestra localidad han constituido un portal mágico que quedará grabado para los anales en una Navidad jubilar gracias al trabajo del artista herenciano Rafael Garrigós. Nuestra Señora de la Encarnación (siglo XVII), San José (siglo XVIII) y el Niño que habitualmente porta en sus brazos han sido la fusión idónea para completar una obra eterna que comenzó un gélido pero esperanzado 18 de diciembre, cuando en solemne traslado peregrinaron ambas imágenes “en busca de posada” para “empadronarse” en la Iglesia Parroquial con motivo de su tercer centenario en una Navidad Jubilar.
LA INTRÍNSECA SIMBOLOGÍA DEL “BELÉN JUBILAR”
Cada detalle de la escena desprende una fragancia especial que hace evocar, con sones barrocos, la simbología que ese estilo artístico llevaba consigo. Y es que esa “catequesis barroca” impregnada de detalles en cada rincón ha sido la protagonista de la obra: desde los regalos de los pastores a los pies del portal, la estrella en lo alto del pasaje familiar o el velo dorado que el Arcángel Gabriel porta entre sus manos son algunos de los elementos más señalados de la obra.
Así nos la explica su autor: “El plano superior sería la parte celestial, un dosel rematado por la Estrella-Sol. No solo es la estrella cuyo resplandor guió hasta Jesús. Desde tiempos paganos, la Navidad ha sido la fiesta solar del solsticio de invierno. La fiesta astrológica del sol, con el que se identifica a la figura de Jesucristo”. Asimismo, la figura del Arcángel Gabriel que acompaña cada Mayo a la Encarnación desde el Parque, custodia la escena y nos desvela al Niño recién nacido, interpretado como “el velo del Templo y las profecías de Isaías”.
De este modo, el portal puede presentarse en varias partes, cada una con su toque emocional, artístico, y, sobre todo, simbólico, esencia intrínseca del barroco que en el siglo XVIII inundaba cada rincón del entonces recién inaugurado templo herenciano: “La parte inferior sería el plano terrenal, representando las ofrendas de los pastores, los frutos de la estación. La ofrenda humana de los trabajos y las cosechas. Han sido dispuestas a imitación de las naturalezas muertas del Barroco, alternando enseres cotidianos y algunos también litúrgicos como reliquias, e incensarios, simbolizando la oración y la santidad. Todo esto inspirándonos en los bodegones de significancia mística de Zurbarán, Tomás Yepes, Luis Meléndez o Sánchez Cotán”.
Y, como eje central del portal, las valiosas imágenes que conforman el portal, unión de los planos celeste y terrenal, según explica el propio Garrigós, “parecen haber sido creadas por la misma mano, pensadas desde un principio para estar juntas. Se nos han desvelado como por primera vez, con su armonía nos han sorprendido a todos. Su categoría y calidad hacen que por una vez no tengamos en absoluto que envidiar al Barroco andaluz o castellano. Con su antigüedad va su sentido sagrado, y sin él, y sin el latido esa belleza de siglos, todo sería sólo un mero decorado de teatro”.
Nos hemos hallado, por tanto, a un momento único en el que la historia se ha fusionado –gracias también al recuerdo de la propia historia- en una estampa navideña que ha vinculado lo más destacado de la obra artística que Herencia guarda para sí.
EL TEATRO COMO BÚSQUEDA DE LA EMOCIÓN RELIGIOSA
Al fin y al cabo el alma de un artista acaba brotando en cualquiera de las acciones que emprenda. Ésta ha sido la tónica que Rafael Garrigós ha impuesto en la confección “jubilar” del momento bíblico: “Como en mis trabajos en el teatro, el espacio cuenta una historia con una significancia y unas claves que tratan de ser una pequeña biografía objetual. Nuestro Nacimiento tiene mucho de metáfora, símbolo y alegoría. Hemos recreado un envoltorio barroco como rescatado de hace 300 años”.
Sin duda que el culmen de la obra no es otro que revalorizar el potencial artístico religioso que Herencia posee a través de la devoción que las respectivas imágenes que conforman la escena navideña tienen para con la localidad. Su antigüedad, su belleza, su conexión popular con los fieles y su idiosincrasia especial hacen del proyecto la fusión idónea que la entrañable Navidad Jubilar posee.
“Poder levantar, en cierta manera, por primera vez, una escenografía mía en ese primer teatro de mi vida que para mí fue siempre la iglesia de Herencia, ha sido para mí un verdadero regalo de Navidad y querría también que este fuera mi regalo de Navidad para mi pueblo”. Es la reflexión de la sinceridad, de la expresividad teatral hecha culmen artístico gracias a la historia de dos barrios fundidos el “Belén Jubilar” de su Parroquia.
El Año Jubilar nos está dejando estampas inéditas, irrepetibles, románticas y, en este caso, artísticas. Tres de las imágenes con más valor estético y emocional de nuestra localidad han constituido un portal mágico que quedará grabado para los anales en una Navidad jubilar gracias al trabajo del artista herenciano Rafael Garrigós. Nuestra Señora de la Encarnación (siglo XVII), San José (siglo XVIII) y el Niño que habitualmente porta en sus brazos han sido la fusión idónea para completar una obra eterna que comenzó un gélido pero esperanzado 18 de diciembre, cuando en solemne traslado peregrinaron ambas imágenes “en busca de posada” para “empadronarse” en la Iglesia Parroquial con motivo de su tercer centenario en una Navidad Jubilar.
“La idea de representar con nuestras imágenes de Gloria más antiguas el Misterio del Nacimiento nació de nuestra vivencia junto a ellas durante el montaje de la exposición SYMBOLON. Aunque, con franqueza, he de decir que estaba en mi imaginación ya hacía tiempo”, así se muestra el autor de la obra, escenógrafo y figurinista, que resaltando la enorme colaboración de las Hermandades, que han depositado su total confianza en el proyecto.
Las mismas se han volcado totalmente bien dejando en manos de la Parroquia a sus Titulares, como la Hermandad de “La Encarnación” y “San José”, o colaborando con su equipo de priostía, como “Los Moraos”: “La ocasión que ofrecía el Centenario y Jubileo de la Parroquia me parecía más que propicia, excepcional, y creo humildemente que muy acertada. La idea fue recibida de forma muy positiva y solícita, tanto por la Parroquia como por las hermandades.”
Las mismas se han volcado totalmente bien dejando en manos de la Parroquia a sus Titulares, como la Hermandad de “La Encarnación” y “San José”, o colaborando con su equipo de priostía, como “Los Moraos”: “La ocasión que ofrecía el Centenario y Jubileo de la Parroquia me parecía más que propicia, excepcional, y creo humildemente que muy acertada. La idea fue recibida de forma muy positiva y solícita, tanto por la Parroquia como por las hermandades.”
Cada detalle de la escena desprende una fragancia especial que hace evocar, con sones barrocos, la simbología que ese estilo artístico llevaba consigo. Y es que esa “catequesis barroca” impregnada de detalles en cada rincón ha sido la protagonista de la obra: desde los regalos de los pastores a los pies del portal, la estrella en lo alto del pasaje familiar o el velo dorado que el Arcángel Gabriel porta entre sus manos son algunos de los elementos más señalados de la obra.
Así nos la explica su autor: “El plano superior sería la parte celestial, un dosel rematado por la Estrella-Sol. No solo es la estrella cuyo resplandor guió hasta Jesús. Desde tiempos paganos, la Navidad ha sido la fiesta solar del solsticio de invierno. La fiesta astrológica del sol, con el que se identifica a la figura de Jesucristo”. Asimismo, la figura del Arcángel Gabriel que acompaña cada Mayo a la Encarnación desde el Parque, custodia la escena y nos desvela al Niño recién nacido, interpretado como “el velo del Templo y las profecías de Isaías”.
De este modo, el portal puede presentarse en varias partes, cada una con su toque emocional, artístico, y, sobre todo, simbólico, esencia intrínseca del barroco que en el siglo XVIII inundaba cada rincón del entonces recién inaugurado templo herenciano: “La parte inferior sería el plano terrenal, representando las ofrendas de los pastores, los frutos de la estación. La ofrenda humana de los trabajos y las cosechas. Han sido dispuestas a imitación de las naturalezas muertas del Barroco, alternando enseres cotidianos y algunos también litúrgicos como reliquias, e incensarios, simbolizando la oración y la santidad. Todo esto inspirándonos en los bodegones de significancia mística de Zurbarán, Tomás Yepes, Luis Meléndez o Sánchez Cotán”.
Y, como eje central del portal, las valiosas imágenes que conforman el portal, unión de los planos celeste y terrenal, según explica el propio Garrigós, “parecen haber sido creadas por la misma mano, pensadas desde un principio para estar juntas. Se nos han desvelado como por primera vez, con su armonía nos han sorprendido a todos. Su categoría y calidad hacen que por una vez no tengamos en absoluto que envidiar al Barroco andaluz o castellano. Con su antigüedad va su sentido sagrado, y sin él, y sin el latido esa belleza de siglos, todo sería sólo un mero decorado de teatro”.
Nos hemos hallado, por tanto, a un momento único en el que la historia se ha fusionado –gracias también al recuerdo de la propia historia- en una estampa navideña que ha vinculado lo más destacado de la obra artística que Herencia guarda para sí.
EL TEATRO COMO BÚSQUEDA DE LA EMOCIÓN RELIGIOSA
Al fin y al cabo el alma de un artista acaba brotando en cualquiera de las acciones que emprenda. Ésta ha sido la tónica que Rafael Garrigós ha impuesto en la confección “jubilar” del momento bíblico: “Como en mis trabajos en el teatro, el espacio cuenta una historia con una significancia y unas claves que tratan de ser una pequeña biografía objetual. Nuestro Nacimiento tiene mucho de metáfora, símbolo y alegoría. Hemos recreado un envoltorio barroco como rescatado de hace 300 años”.
Sin duda que el culmen de la obra no es otro que revalorizar el potencial artístico religioso que Herencia posee a través de la devoción que las respectivas imágenes que conforman la escena navideña tienen para con la localidad. Su antigüedad, su belleza, su conexión popular con los fieles y su idiosincrasia especial hacen del proyecto la fusión idónea que la entrañable Navidad Jubilar posee.
“Poder levantar, en cierta manera, por primera vez, una escenografía mía en ese primer teatro de mi vida que para mí fue siempre la iglesia de Herencia, ha sido para mí un verdadero regalo de Navidad y querría también que este fuera mi regalo de Navidad para mi pueblo”. Es la reflexión de la sinceridad, de la expresividad teatral hecha culmen artístico gracias a la historia de dos barrios fundidos el “Belén Jubilar” de su Parroquia.
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