Todos los 7 de octubre, la festividad de
Nuestra Señora del Rosario, patrona de capataces y costaleros, nos recuerda en
nuestra Hermandad el gran orgullo de poseer costaleros de Dios. Ser costalero es una vocación y cada
costalero, detrás de la idea que lo impulsa tras de sí a cumplir ese designio
divino que es llevar a sus Titulares, tiene un designio mucho mayor: el
sentirse llamado por Dios a realizar la tarea física que es, al mismo tiempo,
una tarea de fe. Bien saben esto todos aquellos que cada Semana Santa cruzan el
dintel de “La Labradora” para sacar la Fe de toda una Hermandad a la calle en
tres días mágicos.
Hoy felicitamos a todos aquellos que llevan
sobre su séptima vértebra al Señor ataviado de morado y a su Santísima Madre de
la Amargura por las calles de Herencia. Sólo ellos saben y conocen lo que
significa acercarse a la pasión del “Moreno”; sólo ellos están tan cerca de
Dios en el Viernes Santo, el día más importante del año; sólo ellos palpan la
mirada sincera de María sobre el palio de su pueblo. Sólo ellos pueden ser los
pies de nuestros Titulares cuando salen a la calle. Enhorabuena por tal
privilegio y felicidades por ser los elegidos de Dios para llevárselo a vuestro
pueblo cada Semana Santa.
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